Europa Laica y otros grupos de extrema izquierda han pedido al Congreso que vulnere un derecho humano y constitucional como es la enseñanza de la religión en las escuelas.
Se inventan un ‘principio democrático’ para prohibir derechos fundamentales
La noticia que publica Europa Laica en su web es un buen ejemplo del concepto de la libertad que tiene el fundamentalismo laicista: “hemos presentado a los partidos y candidaturas las exigencias de un compromiso claro y firme con el principio democrático de la plena laicidad del sistema educativo“. La negrita la ponen ellos, supongo que en un intento de colarle este cuento a la gente. El caso es que ese inexistente principio tiene de democrático lo mismo que la República Democrática Alemana: nada. Para empezar, el Artículo 27 de la Constitución “reconoce la libertad de enseñanza” y señala:
“La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales.“
Entre esos derechos fundamentales está la libertad religiosa (Artículo 16 de la Constitución), que además se plasma en nuestra Carta Magna en el tercer punto del citado Artículo 27:
“Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones.“
Lo que dice la Declaración de los DDHH sobre religión y educación
Los ultras laicistas suelen decir que este derecho no significa que esa formación religiosa se reciba en las escuelas, sino que se refiere a las parroquias o en los hogares. Por supuesto, es una interpretación fraudulenta y restrictiva de ese derecho, con la descarada intención de recortarlo. Antes bien, los poderes públicos garantizan ese derecho porque es aplicable a las escuelas, cuyos contenidos docentes son los regulados por las leyes. Otra falacia habitual del fundamentalismo laicista es quedicen que la religión es un asunto privado y por ello debe quedar fuera de la vida pública, y fuera de la enseñanza. Esto implica, si nos fiamos de sus reclamaciones, que la religión no tenga cabida en las escuelas -ni en las públicas ni en las privadas, pues esa petición de la ultraizquierda se refiere a todas-, y que además nadie pueda manifestar sus creencias en público. Obvia decir que el concepto de la aconfesionalidad que tiene esta gente se parece más a lo que había en la URSS que a lo que se da en países democráticos. Doy por hecho que se han leído el Artículo 18 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos:
“Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia.”
La religión tiene una dimensión pública y colectiva, y no puede ser excluido de la enseñanzapor el mero hecho de que no les guste a una panda de intolerantes. Pero hay que decir algo más: por mucho que busques en la DUDH, no verás mención alguna a una escuela laica. Tampoco en la Constitución Española, aprobada en referéndum por abrumadora mayoría. El supuesto “principio democrático” que intenta vender la ultraizquierda no aparece por ningún lado. Y esto no será ninguna sorpresa para todo el que sepa que la democracia no exige ser intolerante con la religión, ni pisotear la libertad religiosa, ni lesionar derechos fundamentales de los creyentes. Muy al contrario, un Estado democrático que promoviese todo eso se distinguiría poco de un Estado dictatorial. Y es eso lo que quiere vendernos esta gente. No es un “principio democrático” lo que formulan para la escuela, sino un principio antidemocrático y totalitario.
Apoyan la iniciativa comunistas, anarquistas e incluso un grupo masónico
¿Y quiénes son los que intentan darnos gato por liebre, llenándose la boca de democracia para recortar nuestros derechos humanos? Pues la citada noticia de Europa Laica ofrece una lista de ellos. Hay grupos comunistas como los trotskistas del Sindicato de Estudiantes, anarquistas como la CGT, y también está “Juventud sin futuro”, movimiento fundado en febrero de 2011 en Madrid por varias asociaciones de izquierda y ultraizquierda, entre ellas la Agrupación Universitaria Carlos Marx y la Asociación Universitaria Contrapoder, de la que salieron varios dirigentes de Podemos y que en marzo de 2011 reivindicó el asalto a una capilla en la Universidad Complutense. Está también la FELGTB (Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales), próxima a la izquierda y que presidió Beatriz Gimeno, hoy diputada de Podemos en la Asamblea de Madrid. Hay sindicatos de izquierda como UGT (próximo al PSOE) y CCOO (próximo a Izquierda Unida). También están los ultras cristianófobos de la Asociación Madrileña de Ateos y Librepensadores (AMAL), que en 2011 se manifestaron entre insultos a los católicos y gritos de “vamos a quemar a la Conferencia Episcopal”. Por haber, en la lista incluso hay una organización masónica, “El Derecho Humano”, algo que no es de extrañar teniendo en cuenta que esa sociedad esotérica viene promoviendo el anticatolicismo más furibundo desde su aparición.
Criticaban la ‘Ley Mordaza’ de Rajoy y ahora piden una contra los creyentes
Lo más curioso es que muchos de esos grupos criticaron la Ley de Seguridad Ciudadana tachándola de “Ley Mordaza”, como si penalizar la exaltación del terrorismo fuese lesionar la libertad de expresión. Sin embargo, y estando todavía recientes aquellas críticas, ni siquiera han esperado a que pasen las elecciones para proponer su propia “Ley Mordaza”, peor que la del PP y con el fin de vulnerar los derechos y libertades de los creyentes. Y todo, simplemente, porque no les gusta el hecho religioso: se trata una ofensiva única y exclusivamente motivada por la intolerancia. Ya va siendo hora de decirlo alto y claro para que todo el mundo se entere: no defienden la laicidad, lo que quieren es convertir España en un régimen de ateísmo obligatorio, algo más parecido a una dictadura que a una verdadera democracia.